pedro martínez de quesada

críticas y reseñas

Se abre el espacio y nos encontramos una composicion en tres murales de Pedro Martinez de quesada, que dan luz a nuestras vidas

Eduardo Rojas

Onienses 2013


(...) Martínez de Quesada, quien exhibe una línea quebrada, netamente pictoricista, más pictórica que conceptual, en cuya posición o actitud me parece que se va a mantener durante bastante tiempo, mientras se solidifica y desarrolla lo que ya tiene apuntado.

(...) La actitud de Martínez de Quesada se sirve de una cierta implicación geométrica.

(...) una pintura como la de Martínez de Quesada respondía a la pregunta «¿qué?» (...)

José María Moreno Galván

Crítico de Arte

«TRIUNFO» nº 828 / 9 diciembre 1978


(...) Martínez de Quesada no es un pintor en ciernes, a sus sólo 22 años está en plena sazón; sabe lo que pinta y conoce la técnica y la emplea amorosamente sobre el lienzo, pero eso sí, con toda su crudeza y con una enorme carga social.

Sus paisajes geometrizados influyen poderosamente sobre el espectador. Si no fuera por esos ocres rojizos, que a veces coloca en el lugar exacto, la soledad también nos llegaría. Sus tonos son los ocres, las tierras, los verdes y azules agrisados. Hay una línea dura y recta que parcela... y en el centro, a veces, el pueblo abandonado.

(...) La pintura de Martínez de Quesada es de una absoluta sinceridad y matizada en su color preciso. No hay en ella sentimentalismo alguno (...).

«DIARIO DE JAEN»

25 noviembre 1979


El pintor Pedro Martínez de Quesada inauguró una exposición antológica de su obra en la galería Saira de Vigo. A pesar de su juventud, 34 años, la muestra incluye cuadros de distintas etapas por las que ha pasado el pintor a lo largo de los últimos 20 años. La idea común en todos ellos es la búsqueda de la esencia del paisaje desde el punto de vista del artista y con un desarrollo abstracto, aunque la forma cambia en cada obra porque, como dice su autor «nunca sé lo que voy a hacer a continuación».

Martínez de Quesada define la evolución de su obra, afirmando que «la idea común es encontrar la esencia del paisaje, desde mi punto de vista, con un desarrollo abstracto. No es un paisaje visto, sino un paisaje recordado y con una construcción no realista, sino abstracta. Lo que ocurre es que se ve de distinta manera a lo largo de los años. Creo que ahora la emoción es más pura, porque antes las influencias eran más difíciles de rechazar y ahora soy más yo». En cuanto a la utilización del color, Martínez de Quesada se considera ante todo pintor; «el dibujo es básico para construir los espacios de color, pero lo que realmente compone el cuadro son sus superficies».

Y es que este pintor jiennense, afincado en Madrid, tuvo como maestro a un arquitecto constructivista, procedente de la Bauhaus, Gómez Perales, del que dice que «sus construcciones son moduladas, pero con un color que es básico en ellas y que me sigue influyendo».

A la hora de realizar su obra, Martínez de Quesada piensa que «hacer un cuadro es como construir una casa. Al enfrentarse al lienzo hay unas leyes matemáticas del espacio que dan las claves para resolverlo. Hay que estar muy entero para enfrentarse a los distintos espacios, sean grandes o pequeños». El pintor realiza sus bocetos en el cerebro y luego pinta directamente: «creo que si hiciera bocetos perdería el cuadro frescura y la perdería yo también»

El pintor utiliza fundamentalmente el óleo; entre otras razones, porque «al dar un color el cuadro tarda más en secar y tienes tiempo para reflexionar»

«ATLÁNTICO»

8 abril 1991


La superficie se respeta y la mente comienza un proceso de construcción y destrucción esperando encontrar lo esencial. No hay representación, no hay interpretación, sino búsqueda del concepto. Las formas se ensamblan en un espacio que goza de una existencia puramente virtual y que permite la contemplación no de una reproducción sino de auténtica creación, en fin, de belleza.

Yolanda Pavón

Socióloga


Hará como cincuenta años, lo primero que se preguntaba a un pintor, entre nosotros, era si su pintura era ‘figurativa’ o ‘abstracta’. Hoy nadie medianamente enterado hace esa pregunta. Algo se ha avanzado. Pedro Martínez de Quesada ha mantenido siempre una cierta ambigüedad en este tema. Hace más de veinte años que conocí su pintura. Desde entonces, creo que he seguido sus avatares y vericuetos, sus idas y venidas. En aquellos, ya lejanos tiempos, pensé que la geometrización que hacía de un cierto paisaje le llevaría al constructivismo. No fue así, pero seguimos siendo amigos. Su evolución tomó otros derroteros y se hizo más ‘figurativa’, menos estilizada geométricamente. Se mantuvo siempre en la composición, sin llegar a la construcción..

Puede partir de una figura humana, por ejemplo, y desde ella proyectar planos, fundir esquemas, borrar límites, retorcer líneas, despreciar perspectivas y volúmenes e intentar un orden nuevo, un conjunto nuevo, donde planos de color proceden de formas deformadas, donde un universo nace con sus propias leyes, que el pintor lo mismo vulnera en la obra siguiente o en otro lugar de la misma.

Entiendo que una obra de arte es una entidad coherente de relaciones internas. No importa cual sea la sugestión inicial. Es un modelo, no una clave; un esquema a interpretar. Como un intérprete musical interpretaría una partitura que hubiera escrito él. Así procede el pintor en este caso. El esquema ofrece unas pautas que el pintor debe saber surtir de colores, dinamizar, homogeneizar, ensamblar, poner en conflicto y armonizar en equilibrios difíciles, en resolver problemas que surgen que el pintor hace surgir en cada momento. En todo esto es rica la pintura actual de Pedro Martínez de Quesada. Destacar en ella el color, la manera que en cada cuadro se armonizan tonos y colores, planos e inesperados fondos que parecen iniciar perspectivas que inmediatamente trunca; es sólo iniciar una contemplación de estas pinturas que en su abigarrado dinamismo formal y cromático suponen una nueva aventura plástica de Martínez de Quesada, hasta ahora la más rica y expresiva, la más abundante en las citadas relaciones internas y, por todo ello, la más ambiciosa y arriesgada

José María Iglesias

Pintor y crítico de arte


Los cuadros que actualmente pinta Pedro Martínez de Quesada son el resultado y la consecuencia de una larga dedicación comenzada a los catorce años, que no se ha interrumpido en ningún momento y que alcanza ahora un punto de inflexión hacia nuevas aventuras creadoras. En las últimas series de paisajes, tan sugerentes, tan sugestivas, alcanzó una plataforma reflexiva para entender su continuada investigación en los ámbitos de la creatividad. Si nos ceñimos a la técnica, hay que referirse a exploraciones con el espacio, las formas y la composición.  

Las ocultas realidades I Martínez de Quesada sigue indagando con sus pinceles en los lugares más recónditos de la vida, mundos subterráneos, ocultos, situados ante nuestros ojos, que sólo el artista desvela, y a la vez en submundos que se agitan en el inconsciente personal, motor y estímulo de la inspiración.

La obra de Martínez de Quesada se mueve entre estos dos polos, unidos por sus conocimientos técnicos. Ve y analiza la realidad externa, explora las dimensiones que la configuran y transmite referencias de las estructuras básicas de ésta, donde encuentra la proporción más adecuada para definirla. En este sentido, retrata la naturaleza en todo su misterio y grandeza, con el vigor y la sobriedad de colores que llegan, sin traspasarla, a los límites mismos de la expresividad plástica.

El procedimiento técnico que emplea se resuelve con planos sucesivos, unidos, yuxtapuestos, fundidos, a veces rotos, manchas de color, veladuras y mezclas cromáticas. De este modo nos encontramos con cuadros que esquematizan los campos, las montañas, las casas, las llanuras iridiscentes o los pueblos perdidos en la distancia.

Esta es una de las diversas vertientes que determinan la obra de Martínez de Quesada, en sí misma suficiente para situarlo en un puesto destacado dentro del paisajismo español de la actualidad. Pero ahora, sus nuevas obras están situadas más allá de la captación de la naturaleza. Son sensaciones humanizadas que nos arrastran hacia estados de espíritu abiertos.

En otra ocasión me he referido al 'dolor de paisaje' que se contiene en los cuadros de Martínez de Quesada, dolor de silencios contenidos, búsqueda de los intersticios profundos de la personalidad, cuadros que son la imagen del mundo interior. Si en épocas anteriores esta imagen estaba traspasada por el dolor de vivir o la nostalgia herida, en este momento, como fruto de la propia evolución y de la madurez técnica, humana y de contenidos que ha alcanzado, puede decirse que se encuentra superada.

Cierto que las cicatrices siguen existiendo, pero ahora las encontramos en el plano de la madurez. Martínez de Quesada ha hecho que su obra crezca y madure desde sí misma.

El camino que ha seguido ha sigo largo e intenso. Él vive el arte sin concesiones, como una aventura en la que se juega la vida; en ella la existencia cobra sentido, merece la pena y puede y debe ser transmitida a los demás. Al otro lado de la serenidad que se aprecia en sus cuadros, imantándonos, nos alcanzan vibraciones, emociones contenidas, la nostalgia de un vivo ayer asumido desde nuevos horizontes de hoy.  

Prof. Fernando Ponce

Consejo superior de investigaciones científicas

25 noviembre 1979


Pedro Martínez de Quesada © 2016 - Todos los derechos reservados

Diseño por: Fernando Ramos